Una agradable sorpresa

Lo que voy a contar es verdad; me pasó hace unos cinco años, cuando vivía en Nueva York. Fue en Navidades, en el aeropuerto, cuando iba a coger el avión para volver a España y pasar las vacaciones con mi familia... Ehhhhh, llegué con tiempo al aeropuerto porque en el viaje de ida había tenido problemas a la hora de facturar y estuve a punto de perder el vuelo. Bueno, pues después de facturar el equipaje, fui a tomar un café. Y cuando estaba sentado tomando un café, un señor mayor, se sentó a mi lado y empezamos a hablar. Estuvimos hablando un rato y en un determinado momento, me dice: «Voy a Alemania y no tengo dinero. ¿Puede dejarme algo de dinero para coger un taxi del aeropuerto hasta casa?».

La verdad es que el señor me cayó bien y quise ayudarlo. Le di un billete de 50 € y le escribí mi dirección en un papel. Y le dije, «cuando esté en casa, me envía usted el dinero en un sobre». Total, que después de las Navidades volví a Nueva York y esperé la carta, pero nunca recibí ninguna carta del señor desde Alemania. Esperé un par de meses, pero el dinero nunca llegó. Al final pensé que había sido un poco ingenuo y decidí olvidar el dinero y el asunto.

Y al cabo de..., no sé, otros dos meses, sí, fue en Semana Santa, en abril, me pasó una cosa muy extraña. Una noche, cuando volvía a casa, iba andando por la calle cuando, de repente, vi algo en el suelo justo delante de mí. ¡Era un billete de 50 €! Me agaché, cogí el dinero y lo guardé. Pensé: «¡qué casualidad y qué raro, un billete de 50 € en una calle de Nueva York...!» Después de todo, recuperé mi dinero, pero siempre he pensado que fue una casualidad extraña.

En muchos países de Hispanoamérica no es correcto utilizar el verbo coger. Se utiliza tomar: tomar un taxi, tomar un avión, etc.